lunes, 28 de febrero de 2011

Querida Virginia...

Virginia Woolf

Aunque hacía mucho que había oído hablar de ella, no sabía casi nada acerca de su vida ni de su obra; fué con la película "Las horas",(en la que Nicole Kidman hace un papel excelente interpretando a Virginia) donde empezó a interesarme su historia, y comencé a leer algunos de sus libros.  
Me gusta encontrarme en la literatura, con fragmentos que giran alrededor de una mesa, recetas de otras épocas, cocinas con lebrillos y hornos de leña, otras culturas...
y sobre todo, me gusta la época victoriana, me encanta su forma de vestir, su puntualidad, sus costumbres, ingredientes tan puros aún, materia prima casi sin refinar, la ciudad en mayúsculas "LONDRES", una taza de té, sus casas de campo, una buena chimenea...

Os dejo con un fragmento del libro "Un cuarto propio" de Virginia Woolf, el cual pude leer estas navidades.
...la vida sucede, mientras ella prepara una conferencia sobre "las mujeres y la novela":


Aquí estaba mi sopa. Estaban sirviendo la cena en el gran comedor. Lejos de ser primavera, era en realidad una noche de octubre. Todo el mundo estaba reunido en el gran comedor. La cena estaba lista. Aquí estaba mi sopa. Era un simple caldo de carne. Nada en ella que inspirara la fantasía. A través del líquido transparente hubiera podido verse cualquier dibujo que hubiera tenido la vajilla. Pero la vajilla no tenía dibujo. El plato era liso. Luego trajeron carne de vaca con su acompañamiento de verdura y patatas, trinidad casera que evocaba ancas de ganado en un mercado fangoso y pequeñas coles rizadas con bordes amarillentos, y regateos y rebajas, y mujeres con redes de comprar un lunes por la mañana. No había motivo para quejarse de la comida cotidiana del género humano, puesto que la cantidad era suficiente y sin duda alguna los mineros tenían que contentarse con menos. Siguieron ciruelas en almíbar con flan. Y si alguien objeta que las ciruelas, aun mitigadas por el flan, son una legumbre ingrata (fruta no lo son), llenas de hilos como el corazón de un avaro, y que rezuman un líquido como el que sin duda corre por las venas de los avaros que durante ochenta años se han privado de vino y calor y, sin embargo, no han dado nada a los pobres, debe pensar que hay gente cuya caridad alcanza hasta la ciruela. Sirvieron luego galletas y queso y circuló con liberalidad el jarro del agua, pues las galletas son secas por naturaleza y éstas eran galletas hasta lo más hondo de su ser. Eso fue todo. La cena había terminado.........

Ilustración de Carl Larsson

 .......una buena cena es muy importante para una buena charla. No se puede pensar bien, amar bien, dormir bien, si no se ha cenado bien. La lámpara de la espina dorsal no se enciende con carne de vaca y ciruelas pasas. Todos iremos probablemente al Cielo y Van Dyck se halla, confiamos, entre nosotros, esperándonos a la vuelta de la esquina. Éste es el estado de ánimo dudoso y crítico que la carne de vaca y las ciruelas pasas, tras un día de trabajo, engendran juntas. Felizmente, mi amiga, que era profesora de ciencias, guardaba en un armario una botella rechoncha y
unos vasitos —(pero hubiéramos tenido que empezar con lenguado y perdices)— de modo que pudimos acercarnos al fuego y reparar algunos de los daños del día.



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