lunes, 6 de junio de 2011

Amelie... y su pastel de ciruelas.


Es una de mis peliculas favoritas, la música, la fotografía, París... Quién no se ha dejado llevar alguna vez por la imaginación mientras preparaba un delicioso plato en la cocina...
Comparto con ella, el gusto por las pequeñas cosas, la imaginación desbordada en algunos momentos, la dulzura de sus actos, la ternura de su corazón... 



La primera vez que ví esta película, tuve la suerte de que fuera en la gran pantalla.
Me gustó mucho, tanto, que un extraño mimetismo se apoderó de mí, durante algunos instantes.
Me sentí identificada con muchas de las cosas que le suceden... tanto, que cuando salí de la sala de proyecciones, necesitaba verme reflejada en algún espejo para recordar que yo no era ella, y que sus grandes ojos negros, no eran mis ojos.


Una película, que fué capaz de trasmitirme emociones y sensaciones que uno vive, pero que nunca se comentan, que ocurren, pasan, y se esfuman. Por eso, al verlas reflejadas en la pantalla, me sentí tan identificada.
Hay una escena que me gusta especialmente, es una sensación que he experimentado en ciertas ocasiones, una sensación que no podría describir, sin embargo,... mejor que lo veáis con vuestros propios ojos.


La película tiene momentos preciosos, como cuando en un acto de cobardía no se atreve a hablar con el chico del que está enamorada y, mientras lo deja ir, viendo cómo se camina hacia la puerta, ella se derrite convertida en agua. O... cuando por la noche hace su ritual de belleza antes de ir a dormir, ataviada con un camisón lencero y unas gotitas de perfume. (¿Por cierto qué perfume será?)



O... cuando entresueños, graba algunas escenas de la televisión, en blanco y negro: Un abuelillo con pata de palo bailando claqué; una abuelilla rellenita con pañuelo en el pelo, tocando y cantando una buena pieza de rock; unos caballos que corren entre las bicicletas de algún tour de Francia. O... cuando sale un apuntador escondido para poner palabras acertadas en la boca de una tímida persona. O... las cosas que le gustan a Amelié: "Hundir la mano en un saco de lentejas", "Romper la crema catalana con la cuchara", "Hacer rebotar piedras en el agua calma", etc...
Podría seguir, pero es mejor verla.



Amelié Polain, ¿Son malos tiempos para los soñadores?

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