Hoy es uno de esos días que una agradece tener en pleno verano. Bajada de temperatura, nubes, truenos y un buen chaparrón.
Al parecer mañana volveremos a la calurosa realidad. De momento hoy, quiero disfrutar de ese olor a tierra mojada que entra por la ventana, de la brisa fresquita que tanto anhelaba, que mañana Dios dirá.
En esta época, me gusta reinventar las recetas de cocina para adecuarlas a la temperatura ambiente sin perder calidad en los nutrientes.
Esta receta que hoy presento es una nueva oportunidad de seguir comiendo legumbres, no necesariamente en forma de guiso o potaje.
Ingredientes:
Un bote de garbanzos cocidos.
Una bolsa de espinacas.
Dos rebanadas de pan.
Dos ajos.
Unas 12 almendras.
Un vaso y medio de agua.
4 huevos.
Cúrcuma.
Media pastilla de caldo concentrado (opcional)
Aceite de oliva.
Vinagre.
Sal.
Preparación:
Echamos un poco de aceite en la cazuela (que sea ancha y baja) y ponemos las espinacas unos minutos hasta que hayan reducido, será entonces cuando echemos los garbanzos escurridos.
Se hierven las almendras un par de minutos para quitarles la piel y las freímos. Ahora las echamos en el vaso de la batidora a la que le hemos puesto un vaso y medio de agua.
Freímos los dos ajos y apartamos en el vaso de la batidora.
Freímos el pan y echamos también el el vaso.
Ahora echamos un chorro de vinagre, cúrcuma, sal, la pastilla de caldo y batimos todo.
Echamos la porrilla en la cazuela y dejamos reducir a fuego lento unos minutos.
Finalmente echamos los huevos sobre las espinacas y dejamos cocer unos 6-8 minutos.
Bueno, pues aquí tenéis otra forma de consumir legumbres en verano. Ya no tenéis excusa, además está riquísimo.
Espero que os haya gustado o que os aporte alguna nueva idea para vuestro recetario diario.
Hasta pronto!!