Podríamos decir que este panecillo tierno, esponjoso y con un suave matiz empolvado de harina, es una de las señas de identidad de mi pueblo, Antequera.
Recuerdo que cuando era pequeña, por la mañana bien temprano, el panadero iba empujando un carrito cargadito de molletes recién horneados por las calles de la ciudad, al son de su grito de guerra "Molleeeteeeee". Hoy día ésto ha quedado ya sólo en el recuerdo, pero seguimos teniendo la suerte de disfrutar de esta joya culinaria.
Normalmente un desayuno antequerano está compuesto por un mollete con aceite (opcional jamón serrano) y un café con leche.
Se suele calentar en la tostadora para realzar todo su sabor, y al abrirlo su "molla" tierna y humeante, invita a poner tu ingrediente favorito (mantequilla, jamón cocido, chicharrones en manteca "colorá", tomate con ajo....)
Es ideal para tomar tanto en el desayuno, como en la merienda y a los niños les encanta.
Me gustaría desde aquí hacer mi pequeño homenaje una empresa familiar "Horno San Roque" que desde 1950 lleva deleitándonos con sus deliciosos molletes. Considero que realmente sus molletes conservan el sabor de antes, siendo fieles a la tradición. Aunque su tirada es limitada,(lo que condiciona positivamente su calidad) su sabor es inigualable. Están cocidos en horno de leña y considero que ésto, definitivamente le otorga la diferencia.
Con que ya sabéis, si algún día pasáis por aquí no podéis dejar de probarlo.
Espero que os guste!